2025, el año del vino argentino de bajo alcohol

De norte a sur, bodegas de distinto tamaño se sumaron a esta tendencia global

En la Argentina, el vino de bajo alcohol pasó de ser una tendencia que se ve de lejos -en otros países, en otras bebidas- a ser una realidad. Son muchas las marcas -algunas incluso de gran peso en el mercado- que este año lanzaron sus opciones de baja (o incluso nula) graduación alcohólica. E incluso las pioneras, que ya habían incursionado un año antes, redoblaron la apuesta.

Entre los nuevos grandes jugadores que hicieron pie en este nicho se encuentra la bodega Catena Zapata, que lanzo su marca Domaine Elena de Mendoza, cuyos productos nacieron en el marco del Catena Institute of Wine. Bajo este paraguas llegaron Blonde y Brunette, dos espumantes cero alcohol (respectivamente, con una graduación de 0,3% y 0,4%, que según la legislación argentina pueden adjudicarse esa denominación), aromarizados con botánicos y especias; y Uco Mineral N.7 y Uco Stone N.7, también espumantes pero de 7% de graduación alcohólica, basados en Chardonnay, el primero seco y el segundo dulce.

bajo alcohol domaine elena de mendoza

Bodega Amalaya, por su parte, fue uno de los primeros en incursionar en este categoría, con su Amalaya Liviano lanzado en 2024 con un volumen de 500 cajas de 6 botellas. En su segunda cosecha, este vino tranquilo corte de Torrontés y Riesling con una graduación alcohólica de 9% creció a 5000 cajas. Además, este año la bodega redobló la apuesta con el lanzamiento de Amalaya Liviano Blend de Tintas, también con 9%.

Esta movida atraviesa las distintas regiones vitivinícolas de norte a sur, partiendo de la recién citada bodega cafayatela y llegando a Patagonia, con el reciente lanzamiento de tres vinos de la Bodega Del Fin del Mundo (un Syrah, un White Blend y un Torrontés Dulce), de entre 6,5% y 9,8% de graduación alcohólica.

Y la lista de marcas sigue y sigue creciendo. Podemos citar a Conejo Verde Bajo Alcohol, un Malbec de Familia Falasco, también uno de los primeros en esta categoría; a los Lo Ca (por “low calories”) de Domaine Bousquet, línea integrada por un Malbec, un Chardonnay y un espumante; a Crios Sustentia de Susana Balbo Wines; a 1300 Torrontés Dulce Natural, de Bodega Andeluna; al Malbec 0% de San Huberto; y a las burbujas de Nieto Senetiner, entre otros

amalaya liviano

Números positivos

En un contexto global en el que el vino enfrenta múltiples dificultades, esta emergente categoría es una de las pocas que exhibe números positivos. Según un reporte de la consultora especializada en bebidas IWSR, entre 2023 y 2027 la categoría “low-alcohol” –que incluye al vino y a la cerveza, pero también a los aperitivos y a los ready to drink– crecerá un 3% en volumen en los principales mercados, pero el crecimiento será incluso mayor en lo que respecta al vino: un 12% anual contra el 2% esperado para la cerveza.

¿Qué hay detrás de esta tendencia? “El consumidor comenzó a optar por bebidas de bajo contenido alcohólico o sin alcohol debido a su funcionalidad: sea porque tienen que manejar, porque luego del almuerzo deben seguir trabajando o porque están prendiendo el fuego para un asado y no quieren tomar alcohol desde temprano”, resume Agustín Silva, enólogo y master distiller del Catena Institute of Wine, que dirigió el desarrollo de los espumantes sin alcohol y bajo alcohol Domaine Elena de Mendoza.

“La nueva generación de consumidores impulsa a la industria del vino hacia propuestas que ponen el acento en el bienestar y la moderación. La preferencia por estilos más frescos y suaves refleja una demanda que ya no se centra únicamente en la graduación alcohólica, sino en ofrecer experiencias ligeras y equilibradas, capaces de acompañar distintos momentos del día”, afirma por su parte Olivia Harguindey, gerente de marketing de Grupo Colomé.

del fin del mundo bajo alcohol

En un contexto en el que cada vez más consumidores optan por vinos más livianos y con menos peso de la crianza en barrica, los vinos sin alcohol o de bajo alcohol pueden ser una respuesta. Menos alcohol es menos cuerpo y eso puede resultar atractivo, especialmente para quienes se inician en el mundo del vino.

Sin embargo, la pérdida de cuerpo –pero también de profundidad y de complejidad– es el principal desafío que enfrentan los enólogos a la hora de desarrollar un vino sin alcohol o bajo alcohol que le dé a ese consumidor que gusta de un vino con peso y estructura la sensación de estar bebiendo vino, no agua saborizada.

Lo cierto es que por el momento la categoría bajo alcohol/sin alcohol funciona como paraguas para propuestas muy diversas, entre las que se cuentan algunos exponentes muy bien logrados (podemos destacar los Domaine Elena de Mendoza, los Amalaya Liviano o el Torrontés Dulce de Fin del Mundo, por citar espumantes, vinos tranquilos y vinos dulces) junto con otros desequilibrados, flacos y que dejan gusto a poco.

Por otro lado, quizás un buen abordaje a esta categoría sea partir de no comparar vinos regulares con vinos bajo alcohol. Después de todo, se trata de hablarle a nuevos consumidores y a los viejos pero en búsqueda de otra situación o modalidad de consumo.