No hay podio de la Fórmula 1 –y de otras categorías de automovilismo– que no concluya con un baño de burbujas en el que los ganadores se apuntan con enormes botellas de espumante (casi siempre, pero no siempre, de Champagne). La costumbre, firmemente arraigada en este deporte, tiene fecha de inicio e incluso tiene como protagonista a una de las figuras más relevante del automovilismo de la Argentina: Juan Manuel Fangio.
Fue el célebre piloto nacido en Balcarce, provincia de Buenos Aires, quien por primera vez recibió una botella de Champagne en un podio. ¿La fecha? El 2 de julio de 1950, día en que “el Chueco” ganó el Gran Premio de Francia, que se corrió en el circuito de Reims, cuna de las burbujas. En esa ocasión, la célebre casa Moët & Chandon decidió agasajar al ganador con una de sus mejores botellas.
Fangio, ningún tonto, se llevó la botella a su casa, y desde entonces quedó instalada la costumbre de premiar de esa forma al ganador. Pero, ¿y el baño de burbujas? Eso nace unos años después y en otro circuito: Le Mans, y el año es 1966.
Las 24 Horas de Le Mans es considerada la carrera de automovilismo de resistencia más prestigiosa del mundo. Se corre en Francia y su primera edición se realizó en 1923. Pero la de 1966 fue la que cambió para siempre la forma de celebrar la victoria.
Quien subió al podio fue el piloto sueco Jo Siffert, quien tuvo un problema con la botella que ya desde los tiempos del Gran Prix de Fangio se le otorgaba al ganador. Al llegar al podio, el corcho escapó, bañando involuntariamente a quienes rodeaban a Siffert. El incidente se debió a que la botella estaba caliente porque había quedado un buen rato al sol.
A muchos el involuntario show les pareció gracioso. Tal es el caso del piloto norteamericano Dan Gurney, que al ganar la carrera de Le Mans el año siguiente, no tuvo mejor idea que sacudir la botella de Champagne y apuntar a todos aquellos que rodeaban el podio.
Quien no se tomó a bien la ocurrencia fue nada menos que Henry Ford III, que se encontraba en el festejo junto a su esposa, porque Gurney corría para Ford. “Fue divertido en un primer momento –comentó Phil Henny, un mecánico suizo que trabajó en el equipo de Gurney en Le Mans ese año, en una entrevista con la revista Wine Enthusiast–. Pero, increíblemente, roció a Madame Ford que estaba muy bien vestida… hasta que quedó bañada en champagne. Henry Ford no parecía feliz”.
La costumbre inaugurada por Gurney en las 24 Horas de Le Mans de 1967 llega hasta hoy, aunque con algunas pequeñas variaciones. Tanto el tamaño de las botellas como la marca del vino espumante ha ido modificándose con el tiempo.
Gurney sacudió una botella magnun (1.5 litros, el doble de una botella de vino estándar), pero en función de potenciar el espectáculo se volvió tradicional reemplazar la magnum por la botella tamaño Jeroboam, que contiene 3 litros de vino espumoso.
Seducidas por la exposición global que comenzó a representar el ritual, varias marcas se disputaron el podio de la Fórmula 1. Durante décadas fue Moët & Chandon la elegida, hasta que en el año 2000 fue desplazada por el Champagne Cordon Rouge de la casa G.H. Mumm, también producido en Reims, Francia.
Incluso sus productores decidieron elaborar una edición especial para Fórmula 1 en la que el logo de la marca se puede leer con la botella al derecho o al revés, para no desperdiciar el preciado instante en que el ganador inclina el pico hacia abajo para rociar a quienes se encuentran debajo del podio.
G.H. Mumm cedió la exclusividad del festejo en 2017, y desde el Gran Premio de Mónaco de ese año y hasta 2019 fue la casa de Champagne Carbon –conocida por el hecho de que sus botellas están recubiertas con la misma fibra de carbono que se emplea en la carrocería de los autos de Fórmula 1– la elegida para los festejos.
En 2020 Moët & Chandon regresaría al podio, pero por poco tiempo, ya que en 2021 la casa italiana de vinos espumantes Ferrari Trento le ganó la pulseada a la Champagne francesa acordando exclusividad por tres años con la Fórmula 1. Solo en 2021 sus ventas en los Estados Unidos aumentaron un 50%.