Para muchos Champagne es sinónimo de vino espumante y viceversa, pero si bien esta región es la más reputada región productora de burbujas son varios los países que se destacan en este ámbito. Uno de los más relevantes es Italia, aun cuando su presencia en la Argentina siempre ha sido más bien escasa. De ahí que se para celebrar que en estos días coinciden la llegada al país de dos marcas de espumante italiano de muy alta calidad, exponentes de dos de sus más relevantes denominaciones de origen: Franciacorta y Prosecco.
Entonces, ¿qué mejor excusa que esta para dar un paseo por el mundo de las burbujas italianas, y saber qué esperar de ellas en las copas? “Italia es un importantísimo jugador en el panorama mundial del vino –comentó Delvis Huck, sommelier de Mezcla Vinos del Mundo, compañía que acaba de traer a la Argentina un Franciacorta de la bodega Azienda Agricola Cavalleri–. En 2022 exportó 4,4 millones de hectolitros de vino espumante, lo que representó alrededor del 20% del total de exportaciones de este tipo de vino”.

En buena medida, gracias al furor del Aperol Spritz, el Prosecco que integra este cocktail comenzó a hacerse un lugar en las barras y las cartas de vino argentinas. “El Prosecco es la categoría clave en el crecimiento de exportaciones de espumoso italiano, con una demanda en aumento en mercados como el Reino Unido, Estados Unidos y Alemania”, agrega Delvis.
La Denominación de Origen Controlado (DOC) Prosecco abarca a las provincia de Friuli Venezia Giulia y Véneto, y tiene a la variedad de uva Glera como protagonista. En la mayoría de los casos la burbuja se obtiene por método Charmat (o Martinotti, como se lo denomina en Italia), en el que la “toma de espuma” tiene lugar en grandes tanques de acero presurizados. El resultado son vinos que se destacan por su frescura y aromas de fruta, y que conviene beberlos jóvenes.
Existe sin embargo una categoría de Prosecco de mayor calidad, conformada por las DOCG (Denominación de Origen Controlado y Garantizado) Asolo y Conegliano Valdobbiadene.

Justamente esta última es la que se encuentra en la etiqueta de los Prosecco de Lamborghini que se presentaron esta semana en el país. “Se trata de vinos elaborados mediante método clásico, provenientes de Treviso –comentó Giani Agnelli, director comercial de Mediterránea, firma que importa los vinos–. Es muy elegante y se diferencia tanto del Champagne francés como del Franciacorta italiano”.
Franciacorta es la otra gran denominación de espumante italiano. Esta DOCG proviene de la provincia de Brescia, a 90 kilómetros al este de Milán. “En 1995 se convirtió en el primer vino italiano elaborado con segunda fermentación en botella en obtener la DOCG”, destaca Huck, que explica que el Franciacorta se elabora a partir de uvas Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Bianco (y se admite el uso de una cepa local llamada Erbamat) mediante método clásico: “con un período mínimo sobre lías de 18 meses, cuando Champagne exige 15 meses”.

El resultado es un espumante de burbuja fina, que combina los aromas de la fruta con notas de panadería y frutos secos características del método clásico. El Cavalleri Blanc de Blancs que acaba de traer Mezcla al país es un 100% Chardonnay, con 24 o más meses de segunda fermentación sobre lías (en botella).
“Franciacorta es un estandarte de la producción vitivinícola italiana, con muchísima personalidad y mucha definición de lugar. Al igual que si decís Chianti o Barolo, si decís Franciacorta sabés dónde está. Es un territorio y un estilo de elaboración únicos”, comenta por su parte el chef italiano Donato de Santis.
Franciacorta y Prosecco son las dos denominaciones de origen más relevantes, pero existen otras dentro del mundo de la burbuja italiana que poseen atractivos particulares: “Todas tienen características únicas: Asti Spumante y Moscato d’Asti en el Piemonte con su bajo alcohol y niveles perceptibles de dulzor elaborados con Moscato; y los Lambrusco de Emilia Romagna, espumantes de método ancestral tintos”, enumera la sommelier de Mezcla.