Ubicado entre Cardales y Campana, provincia de Buenos Aires, Bodega Gamboa ofrece la posibilidad de disfrutar del mundo del vino a tan solo 45 minutos de la Ciudad de Buenos Aires. Este innovador proyecto de enoturismo también ofrece -a través de Mi Finca Gamboa- la posibilidad de tener un viñedo propio, siendo parte de todas las actividades enológicas, desde la cosecha hasta el etiquetado. Pero el proyecto sigue creciendo.
Gamboa sumará un hotel y lotes con viñedo, en formato similar a un barrio cerrado. Al mismo tiempo, en Madariaga, Gamboa está creando su extensión Atlántica, en la que reproducirá el exitoso formato enoturístico de Campana, con vista a inaugurar para la próxima temporada de verano. De todos esto habla Eduardo Tuite, fundador de la bodega, en esta entrevista

-¿Cómo nace Bodega Gamboa?
-Una vez que se flexibiliza la posibilidad de tener viñedos en cualquier parte del país, lo que ocurrió a fines de los 90, empiezo a ver que comienzan a instalarse bodegas en distintas regiones de la Argentina: en la Patagonia, en la provincia de Buenos Aires. Yo era operador turístico y siempre me pareció que hubiera estado bueno tener una experiencia enoturística cerca de la ciudad de Buenos Aires. Entonces empiezo a evaluar zonas, buscando tierra, haciendo análisis de suelo. Y así es como llego a Campana, un lugar que en ese momento no era deseado por nadie, porque está medio escondido junto a la reserva Otamendi.
Es un paisaje quebrado, que para muchas cosas no era interesante, pero para el proyecto de un viñedo en la provincia de Buenos aires era soñado. Tiene un acceso buenísimo y un bosque nativo. Un montón de cuestiones que me parecía que estaban buenas. Entonces ahí digo “lo voy a hacer acá”. Y así fue como en 2010 comenzamos a plantar el viñedo.
-¿Ya desde el inicio la propuesta contemplaba la vitivinicultura con lo turístico?
-Sí, es un proyecto de enoturismo, pero siempre con el sueño de hacer el mejor vino posible. Aunque cuando es un lugar nuevo no sabés con qué te vas a encontrar. Nuestro lema es “terruños únicos”, y como parte de ese desafío llevamos adelantes todos los pasos necesarios desde el punto de vista agrónomico para obtener grandes vinos. Es así cómo hoy tenemos vinos de 92 y 94 puntos por parte de la crítica internacional. Pero podría haber pasado que no hubiéramos alcanzado esos resultados. Pero esa es la búsqueda.

-¿Cómo fue el desarrollo del viñedo?
-No fue fácil. Lo primero era plantar y la idea era plantar con pie americano, no pie franco, para minimizar riesgos de enfermedades de la vid. Pero en ese momento los viveros tenían muy poco. Las únicas tres cepas que logramos conseguir fueron Pinot Noir, Malbec y Cabernet Franc. Esas son hoy las tres principales de la bodega. Para buscar los técnicos me apoyé en el INV. Ahí estaba Luis Fontana, que colaboró con todo lo que la plantación, pero con una visión más mendocina, porque él es mendocino. Luego dimos con Gerardo Pereyra, quien terminó siendo el winemaker de Gamboa.
-¿Gerardo tenía experiencia haciendo viños en Buenos Aires?
-Sí, él venía haciendo vinos en Junín.

-¿Cuál es la identidad de este terruño que están comenzando a mostrar los vinos de Gamboa?
-Una es la graduación alcohólica. Nuestro Pinot sale con 12, 12,5%de graduación, en forma natural. Después la identidad que uno le busca. Usamos barricas de segundo y tercer uso, porque tratamos de priorizar la fruta. Creo que en el Malbec tenemos mucha diferencia con los vinos mendocinos, pero en otras cepas como el Pinot Noir no son tan grandes.
¿Qué variedades ves que funcionan mejor en Campana?
-Por ahora el Pinot Noir, que tuvo 94 puntos de Tim Atkin, y después estamos probando con otras. Hicimos por ejemplo un Marselán que estuvo muy bueno, que obtuvo 93 puntos de Atkin, y le llamó la atención. Compramos plantas para poner más Marselán y vamos a apostar por esa variedad. También un Moscatel seco obtuvo 92 puntos. Nosotros claramente somos distintos.
-¿Qué producción tienen actualmente y dónde se venden los vinos de Gamboa?
-Por ahora solo en la tienda de la bodega. Pronto comenzaremos a vender online. Hoy estamos produciendo unas 20.000 botellas.

-¿Hoy quién es el visitante de Gamboa?
-El mayo porcentaje es público extranjero, más o menos el 60%, que busca una experiencia que es full day: vienen, hacen la degustación, almuerzan en nuestro restaurante, recorren el viñedo y visitan la bodega. El otro 40% es público local, Algunas personas vienen a almorzar, pero también hay cliente corporativoque elige Gamboa para hacer reuniones, y luego están los eventos sociales: casamientos, cumpleaños. A pesar de la baja de turismo receptivo que ha habido en los últimos meses, Gamboa todos los meses sigue aumentando la cantidad de visitantes.
Mucha gente que viene a Gamboa lo siente como algo cercano, en donde cualquiera podría ser su dueño. Es un lugar que podría ser la casa de campo de cualquier persona. Además, la gente entra a Gamboa y pierde noción de dónde está: puede estar en Campana o en cualquier lado. Y al mismo tiempo tampoco lo sentís a ajeno a provincia de Buenos aires. Esa es la búsqueda.
-¿Cómo es la extensión atlántica de Gamboa?
-Son 36 hectáreas en Madariaga, de las cuales siete están plantadas con vides. Terminamos el edificio de la bodega, que tiene una sala para 40 personas, para socios, para ir a comer asado. Y ahora está empezando construir el restaurante. La idea es llegar a la temporada, para abrir en noviembre. Es el mismo modelo de Campana: elaboración de vinos, con propuesta gastronómica y de turismo, y con la posibilidad de que la gente pueda tener su propia parcela y hacer su propio vino.
Y lo que se viene en Campana, que va a estar también en Madariaga, son lotes con viñedo, como barrio cerrado y un hotel con vides alrededor. Eso es lo que empezamos este año en Campana.