“Seguimos aprendiendo, profundizando nuestros conocimientos para mejorar así nuestros vinos. El desafío y la pasión por lo que hacemos, son sin dudas nuestro mayor motor para seguir creciendo; y por último, la filosofía basada en la mínima intervención, el respeto extremo por el terroir y la conciencia en cada etapa del proceso, son nuestros principales aliados para desafiar los límites de la perfección”.
Así define Gustavo Rearte, enólogo de la bodega Achaval Ferrer, la filosofía de búsqueda detrás de la línea Fincas, cuya nueva añada fue presentada días atrás en el Museo Nacional de Bellas Artes. “Sin dudas, el año 2020 es para nosotros un año de grandes expresiones de terroir, que nos invita a seguir indagando en nuestros viñedos”, agregó.
La línea Fincas de Achaval Ferrer nace del hallazgo y trabajo en viñedos antiguos, con características sobresalientes, que se reflejan luego en los vinos.
Achaval Ferrer Finca Bella Vista 2020. El Malbec de esta finca plantada en 1910 y fue el primero de los Fincas en cosecharse, preservando así su perfil floral, que prima por sobre las notas de fruta roja y negra típicas del Malbec. De los tres, es también el de mayor intensidad y mayor presencia de las notas crianza. También, el de mayor presencia de taninos, maduros y suaves.
Achaval Ferrer Finca Mirador 2020. Este Malbec centenario plantado en 1921 se destaca por su redondez y su amabilidad. Tinto de fruta roja, expresivo pero a la vez delicado, aterciopelado en su paso por boca. Notas dulces, ahumadas y tostadas suman complejidad.
Achaval Ferrer Finca Altamira 2020. El más joven de estos old vines, plantado en Valle de Uco en 1950, se destaca por la riqueza de su textura en boca, definida por su tanino de tiza. Algo salino, presenta una acidez refrescante y jugosa. Sus notas de fruta roja fresca se complementan con algunas notas de tabaco aportadas por la crianza y un fonde herbal.
