Así como en pandemia los argentinos descochamos toda botella de vino disponible en el hogar, los norteamericanos apostaron por su crédito local: el bourbon whiskey. Pero la pandemia pasó, y así como el vino volvió a retomar su lenta caída en nuestro país, en Estados Unidos, el destilado entró en una tormenta perfecta. La sobreproducción se combina con una caída del consumo, y como si esto fuera poco la guerra de tarifas de Trump no colabora en lo más mínimo.
Según la Kentucky Distillers Association, la producción de bourbon aumentó un 475% entre 1999 y 2022. Sin embargo, cifras del Distilled Spirits Council of the United States (DISCUS) revelan que las ventas domésticas de whisky estadounidense crecieron de US$1.300 millones en 2003 a US$5.270 millones en 2023, un incremento cercano al 300%. Incluso en los años de bonanza, la producción superaba el ritmo de consumo, y hoy más de 14 millones de barriles envejecen frente a un mercado en contracción.

La baja en el consumo de Bourbon se da más visiblemente entre los jóvenes, que muestran mayor preocupación por los efectos del alcohol en la salud y optan por bebidas con bajo o nulo contenido alcohólico, e incluso por el cannabis. Ante este panorama, los productores se ven obligados a frenar bruscamente la sobreproducción acumulada durante las últimas dos décadas.
Tres pequeñas destilerías de Kentucky han presentado recientemente solicitudes de quiebra, reflejo del freno que vive el sector. Pero las grandes marcas tampoco escapan a la crisis. Tras reportar resultados por debajo de las expectativas más pesimistas —las ventas de Jack Daniel’s cayeron un 6%—, las acciones del grupo propietario de la marca Brown-Forman se desplomaron a su nivel más bajo desde 2013. Por su parte, Wild Turkey, propiedad de Campari, registró una caída del 8% en sus ventas en Estados Unidos durante el primer semestre del año.

Para peor, el bourbon ha sido golpeado por las políticas comerciales de Donald Trump, cuyo enfrentamiento con Canadá provocó la retirada de bebidas estadounidenses de las estanterías canadienses —el segundo mayor mercado de exportación—, una medida que Lawson Whiting, CEO de Brown-Forman, calificó como “peor que los aranceles”.
Trump impuso aranceles del 15% a todos los productos provenientes de la Unión Europea, incluidos vinos y licores. Aunque Bruselas aún no ha definido represalias, en disputas anteriores el bourbon fue gravado con aranceles del 50%, lo que augura un panorama poco alentador.
“El momento es extremadamente difícil para los destiladores del país, que enfrentan mayores costos de producción, una desaceleración en las ventas de bebidas espirituosas en el mercado estadounidense y una fuerte disrupción en las exportaciones debido a amenazas de aranceles y represalias en disputas comerciales”, resumieron voceros de Distilled Spirits Council of the United States a Newsweek.