Como en muchos otros rubros, las perspectivas eran positivas para el enoturismo hasta que llegó la pandemia de Covid 19. El cierre por completo del turismo fue un duro golpe que de un día para otro causó un retroceso en las expectativas de este sector. De hecho, en 2023 el ingreso que representa a nivel global el turismo del vino era levemente menor al escenario prepandemia: US$85.14 millones en 2023 versus los US$85.36 millones de 2019.
Desde el fin de la pandemia, la recuperación ha sido muy lenta, pero las expectativas para la próxima década son positivas. Un reporte de la consultora Future Market Insights afirma que la industria del enoturismo habría alcanzado los US$95.877 millones en 2024 y se espera un crecimiento del 13,2% de su tasa de crecimiento anual compuesta durante los próximos diez años, alcanzando los US$332,52 millones en 2034.
El reporte cita el prometedor regreso del deseo de los consumidores por las experiencias de viaje, con bodegas de todo el mundo aprovechándose de las grandes tendencias de las “experiencias inmersivas” y el turismo culinario para ofrecer maridajes de comida, eventos de degustación, talleres y recorridos por viñedos, que, según afirma, son “muy atractivos a consumidores que buscan actividades únicas y prácticas” o asociarse con restaurantes y chefs locales para mejorar la experiencia general del visitante.
Por otro lado, el informe destacó que hoy las reservas directas a través de los sitios web de las bodegas representan una parte importante de los ingresos (alrededor del 38,7%), mientras que las redes sociales y las experiencias virtuales estan haciendo que el enoturismo fuera “accesible y atractivo”. Los avances en tecnología también se pueden utilizar para aumentar la realidad y personalizar la experiencia de los visitantes al mismo tiempo que se agilizan las operaciones, señaló el reporte.
