Guía Michelin: una lista sin sorpresas, cero riesgo

Algunos reflexiones personales en torno a la selección de restaurantes de Buenos Aires y Mendoza incluidos en la prestigiosa guía francesa

A la inmensa expectativa le siguió la alegría y, después, la calma. Es que más allá del enfado (quizás justificado) de quien esperaba un lugar más destacado, lo cierto es que la lista de restaurantes argentinos que integrarán la Guía Michelin 2024 no difiere mucho de lo esperable, no hay mayores sorpresas. Es más amplia sí que lo que reflejan otros rankings internacionales -como los 50 Best, por ejemplo-, pero los nombres son más o menos los mismos.

Al menos acá, nadie duda de que Gonzalo Aramburu se merece las 2 estrellas que recibió, ni de que Don Julio, Casa Vigil o Crizia, por ejemplo, honrarán las estrellas (verdes y de las otras) recibidas. Como siempre hay ausentes (en mi opinión, Gran Dabbang debería estar allí) y podemos preguntarnos si restaurantes con menos de un año de vida deben ser evaluados. Pero como en todo ranking, siempre hay algo de arbitrario. Y al que no le guste que se arme su propio circo…

En todo caso, lo que sí creo que es criticable es la falta de riesgo que tomaron los inspectores de la célebre guía a la hora de la selección. Entre los recomendados no hay ningún hallazgo, nada que sorprenda, que nos invite a descubrir. Todos los restaurantes incluidos en la guía se encuentran en el radar de cualquier periodista gastronómico promedio, ninguno de ellos escapa a los circuitos que recorren las reseñas y las notas que se publican en los medios.

gonzalo aramburu
Gonzalo Aramburu, 2 estrellas Michelin

Es cierto que era algo de esperar. Meses atrás, en una entrevista a Elisabeth Bocher-Anselin, directora de comunicaciones global de la Guía, le pregunté cómo seleccionarían los restaurantes a visitar. En su respuesta mencionó a los medios como referencia: “Miramos aquello de lo que todo el mundo está hablando”, dijo entonces.

Pareciera que los inspectores de la guía no se dieron la libertad para salirse de los caminos ya recorridos, de los lugares contados, de lo que fácilmente brilla a la luz del sol. El resultado -al menos en lo que respecta a Buenos Aires, que es lo que más conozco- es que la lista funciona como un panorama de lo más consolidado de las gastronomía porteña.

Para la próxima, los inspectores podrían salir a caminar sin rumbo fijo por Buenos Aires, y elegir dónde comer sin mucha más referencia que la que tiene cualquier comensal que se anima a entrar a un restaurante del que no sabe nada.

Dicho esto, vale decir que la llegada de Michelin a la Argentina es todo ganancia. Es bueno para los restaurantes que están en la guía, pero también para los que no figuran allí. Es bueno para el turismo y es bueno para un país en caída libre, en donde una de las pocas cosas ciertas es que acá hay producto, grandes cocineros y empresarios gastronómicos entrenados en surfear crisis económicas.