Rapanui, nueva denominación de origen del vino chileno

Junto con Chiloé, Chile suma dos nuevas D.O. y admite el uso de nuevas variedades

En la década de 1870, de paso por la Isla de Pascua, el capitán de fragata de la armada chilena Ignacio Luis Gana –que habría de participar años más tarde de la Guerra del Pacífico- comentó que las condiciones de la isla eran ideales para la elaboración de vino, e incluso las comparó con las de la isla de Madeira. Un siglo y medio más tarde, el Ministerio de Agricultura chileno acaba de anunciar la creación de la Denominación de Origen Rapanui (este es el nombre de la isla en la lengua de sus pobladores originarios), junto con la D.O. Chiloé, que abarca a las islas de ese archipiélago que se encuentra frente a Puerto Montt.

“La industria del vino es la más importante del país desde el punto de vista de la proyección de Chile. El vino chileno es nuestro gran embajador cultural de las delicias y de la diversidad de nuestro país y este es un día muy importante, porque, por una parte, tenemos un repunte en la venta de vinos al exterior y a su vez, estamos creando, por otra parte, nuevas zonas de producción de vino y también nuevas cepas. La industria va innovando y mejorando cada vez más”, señaló el ministro de Agricultura Esteban Valenzuela.

isla de Pascua

Es que además de su sumar dos nuevas D.O., Chile acaba de aprobar la ampliación del universo de variedades que podrán ser utilizadas en la producción de vinos chilenos, ya sea como vinos varietales o en ensamblajes. Esto es posible a partir de la modificación del Decreto 464 que regula la producción de vino chileno. Con el cambio se suman 51 cepas aptas; algunas de las que se incorporan son: Agliánico, Petit Manseng, Grenache Blanc, Fiano y Arinarnoa, entre otras.

En la actualidad, son dos los proyectos que buscan producir vino en la Isla de Pascua. El primero en establecerse allí es el que protagoniza el experimentado viticultor chileno José Mingo, que surge a partir de hallar vides salvajes dentro del cráter del volcán Rano Raraku, uno de los mayores atractivos turísticos de esta isla. Esas vides son descendientes de las que fueron introducidas en Rapanui en 1866 por los sacerdotes franceses Kaspar Zumbohm y Theodore Escolan, con el fin de contar con materia prima para la producción de vino de misa.

Mingo se asoció para la producción de vino con una familia de productores de ananá de la isla, ya que desde 1888 solo pueden ser dueños de la tierra los miembros de su pueblo originario. Para sus viñedos, Mingo trajo del continente 1200 estacas de siete variedades europeas de vid, que plantó junto con 100 estacas de las variedades silvestres que pueblan la isla.

Un estudio realizado sobre las variedades “autóctonas” determinó que se trata de Moscatel de Alejandría, País (como llaman a la Criolla en Chile), otras tres variedades criollas y una aun desconocida.

En su primera cosecha, Mingo se enfrentó a varios contratiempos: la mitad de la cosecha fue devorada por los pollos polinesios que habitan la isla: la otra mitad por los propios pobladores. Solo pudo elaborar 10 botellas, con la particularidad de que la graduación alcohólica fue menor a la que establece la legislación chilena para el vino (11,5%).

El otro proyecto vitivinícola es el que lleva adelante el productor chileno Álvaro Almeida, quien obtuvo un Fondo de Innovación Agraria para hacer vino en Rapanui. Además de variedades locales, plantó Chardonnay y Pinot Noir. Almeida también tuvo contratiempos: debió enfrentar los efectos nocivos de una maleza endémica de la zona donde plantó su viñedo, que produce sustancias químicas que inhiben el desarrollo de otras plantas, como la vid. En la isla escasea la mano de obra necesaria para combatir estas malezas. Además, el suelo donde se hallan los viñedos es especialmente escaso en materia orgánica, por lo que el crecimiento de las vidas es muy lento.