Hugo Pulenta: “La calidad es irrenunciable”

Cofundador de la bodega Pulenta Estate, habla sobre los desafíos y las actuales tendencias

Cuatro generaciones son las que unen a la familia Pulenta con la viticultura argentina. Hijo del bodeguero Antonio Pulenta, Hugo Pulenta fundó junto a su hermano Eduardo la bodega Pulenta Estate. Lo hizo en 2002, cien años después de que su abuelo Ángelo Pulenta llegara a la Argentina proveniente de Ancona, Italia, para dar comienzo a un legado que llega hasta nuestros días.

Para Hugo, ser una bodega familiar –una de las pocas que aún quedan en la Argentina– supone un valor diferencial a la hora de proyectarse en los mercados internacionales. Calidad e identidad, dirá en esta entrevista, son los pilares en los que se asienta el éxito de Pulenta Estate, bodega con presencia hoy en 25 países.

Hugo y Eduardo Pulenta
Hugo Pulenta junto a su hermano Eduardo

“Lo primero es la calidad –sostiene Hugo Pulenta, cofundador de Pulenta Estate y presidente de Porsche Argentina–. En el mundo, sin calidad no se va a ningún lado. Nosotros representamos a Porsche en la Argentina. Porsche ha ganado 25 veces Le Mans, pero si el nuevo Porsche 911 sale con algún defecto, la gente se olvida de los últimos 70 años. La calidad es irrenunciable para cualquiera que hace algo.

-¿Cuáles son las tendencias globales a las que hoy una bodega debe estar atenta?

-Antes que nada, uno tiene que definir dónde se quiere parar. Porque en esta industria, donde uno puede tomar muchos caminos, y donde el consumidor de vino quiere tener nuevas experiencias, hoy mucho más que antes las bodegas tienen que definir con mucha precisión dónde se quieren parar. Porque no se puede hacer todo. Luego hay que definir qué querés hacer y también qué te gusta hacer. Porque se nota cuando uno hace las cosas con ganas.

De ahí en adelante, hay que tomar en cuenta que el consumo del vino en el mundo ha caído. Todos los años cae un poquito, por diferentes motivos. Costumbres de vida, la gente dice “no voy a tomar de lunes a jueves”, “voy a tomar mejores vinos y a partir del viernes”, por ejemplo. Son tendencias. También vemos la tendencia de un consumo mayor de vinos blancos.

-En este contexto de menor consumo, ¿es un camino tratar de generar nuevas situaciones de consumo para el vino?

-Por supuesto que sí. Porque estas son todas experiencias. Al vino uno generalmente lo disfruta en ciertos momentos, con amigos; también lo puede disfrutar solo, pero no es lo que sucede en la mayoría de las veces. Por eso es importante generar experiencias en torno al vino, a su vinculación con ciertas comidas y con ciertos momentos.

Pulenta Estate

-El nuevo naranjo de Pulenta Estate, por ejemplo, ¿podemos decir que propone una nueva situación de consumo?

-Sí, uno está trabajando para que el consumidor diga “qué es esto”, “dónde lo tomo”. Vuelvo al ejemplo de Porsche: nadie necesita un Porsche para ir de un punto al otro. Tampoco nadie necesita un naranjo. Pero en el fondo de lo que se trata es de tener un momento en el que compartir alegrías. Y ahí es donde entra aquello que propone algo diferente, como puede ser en este caso un naranjo. Ahí es también donde nos diferenciamos unos de otros.

-Otra tendencia hoy son los vinos de menor graduación alcohólica. ¿Para la industria es un desafío, una oportunidad?

-En principio creo va a ser una moda, pero que se va a quedar. Seguramente abarque al 20% de los consumidores, y en algún momento. Con eso quiero decir que ni van a ser todos los consumidores los que se inclinarán por estos vinos, ni tampoco que quienes los consuman lo van a hacer todo el tiempo. Sino que en algunos momentos van a elegir este tipo de vino. Al mismo tiempo, no creo que sea solo una moda que llega y desaparece. Se va a instalar, y va a ser para ciertas circunstancias.

-Hablemos de la bodega, ¿cuál ha sido la estrategia de posicionamiento de Pulenta en el exterior?

-Cuando se vende Peñaflor en el 98, mi padre que tenía una pasión que eran las viñas, guarda y no vende las viñas de alta montaña de Agrelo y de Valle de Uco, él las guardó. Como uno se cría en ese mundo, cuando pasó todo esto nos sentamos con mi hermano Eduardo y dijimos: “Vamos a tratar de hacer el mejor vino que podamos porque tenemos las mejores uvas”. Teníamos el primer paso dado por nuestro padre, y lo nuestro fue dar el segundo paso: “Vamos a vender acá, y vamos a vender en el mundo”.

Hoy estamos en 25 países, pero básicamente son cuatro nuestros principales mercados: Argentina, Brasil, Inglaterra y Estados Unidos. Luego también tenemos presencia en otros países, como Perú, Holanda o Suiza, entre otros. E incluso en mercados como Japón o Corea del Sur, que recién ahora están empezando a apreciar lo rico que es el vino.

Pulenta Estate es una bodega familiar ciento por ciento. De hecho, somos una de las pocas bodegas familiares que hay en la Argentina. Con mi hermano somos la tercera generación, y hoy ya está la cuarta generación trabajando.

-¿Cuál es el rol de la cuarta generación?

-Son tres y cada uno tiene un rol completamente diferente. Tengo un sobrino que está a cargo de todo lo que es venta, tanto acá como afuera. Otro sobrino que está a cargo de todas las finanzas de la empresa. Y tengo una hija que vive en Londres, que está a cargo de todo lo que es marketing y es embajadora de la marca.

-¿Y cuál es el desafío de la nueva generación?

-Hagan lo que hagan, tienen que ser los mejores. Tiene que garantizar la calidad y seguir innovando, seguir invirtiendo a largo plazo. Esta es una vivencia que ellos, hace ya años que están con nosotros, y la vivieron y nosotros la vivimos como nosotros con nuestro padre. ¿Hace falta por ejemplo una bomba súper especial para la bodega? ¿No es el mejor momento para comprarla? No importa, nunca es el mejor momento, porque estamos en la Argentina invertimos en la Argentina. La inversión es para el largo plazo. Esa herencia y esa motivación es lo que hace a nuestra tradición como familia.

-¿Qué valor diferencial supone ser una bodega familiar en el exterior?

-Muchos. La gente quiere escuchar a aquel que lo hizo. Y esa experiencia es una ventaja enorme. Porque cuando a un producto lo presenta alguien de la familia, que te está contando directamente qué hizo su abuelo, qué hizo su padre y qué está haciendo, eso tiene mucho valor en el exterior.