Con 20 cosechas en su haber, Clos de los Siete es uno de los referentes del vino argentino de alta gama. Claro que detrás está la figura de Michel Rolland, uno de los flying winemakers más reconocidos del mundo. Pero que, a diferencia de muchos otros de sus colegas, hizo pie en la Argentina con proyecto propio. De todo eso habla en esta entrevista, realizada en el marco de la celebración de las 20 primeras cosechas de Clos de los Siete.
-¿Qué mirada tenés de estas primeras 20 cosechas?
-Mirá, el único problema es que el tiempo pasa demasiado rápido. No voy a decir que haya pasado sin problemas. Pero este es un proyecto grande, para no decir enorme, un poquito loco al principio, pero que llegó a concretarse. Y que llegó además bien, creo. Porque tenemos bodegas, muy buenos vinos en cada bodega, es un grupo haciendo lindo vino y tenemos una marca, Clos de los 7, y no es tan fácil desarrollar una marca. Nosotros la desarrollamos y hoy estamos en 75 países. No nos vamos a quejar.
-Cómo enólogo, qué crees que le aportaste al vino argentino?
-No sé. Yo pienso que Argentina me fascinó desde el principio, por un montón de razones. Pienso que es un país en donde si quieres esquiar puedes esquiar, si quieres hacer turismo puedes hacer turismo, si quieres cataratas te vas a Iguazú y si quieres caballos hay caballos. Es un país grande, enorme, y que tiene todo. Me enamoré de argentina por todo eso. Y me enamoré de algunos argentinos que encontré. No todos (se ríe). Muy importante eso. Pero hay un montón de argentinos que encontré, muy agradables y muy simpáticos. Y uno que quiero decir el nombre, porque no está en el mundo ahora, es Arnaldo Etchart, que me ha traído a la Argentina y con quien hemos tenido una relación muy privilegiada. Él me ayudó en todo, y yo pienso que lo ayudé a él
Por esta multitud de razones, Argentina me apasionó. Y desde el principio pensé que había un potencial en los vinos enorme. Descubrí los vinos argentinos en el norte, en Cafayate. Había en esta época viejos Malbec. Pero había que cambiar un poco todo, y cambiar un poco más el espíritu de hacer vino. Porque en esta época, era una época de producción. La gente quería hacer mucho vino. Y puede ser demasiado vino. Y 15.000 o 20.000 kilos por hectárea no alcanza para hacer un gran vino. Hemos cambiado eso. Hemos empujado a la gente a bajar la producción, a cuidar los racimos, a cuidar el viñedo para tener racimos capaces para hacer vinos.
Hoy argentina es uno de los países del mundo que más mejoró su producción de todo el mundo. Es realmente el país que ha cambado. Pero qué he hecho yo, no sé, pero estaba aquí.
-¿Que te lleva a invertir en un país que vive en una crisis detrás de otra?
-La inversión fue la segunda etapa. Empecé a invertir 10 años después de llegar a la Argentina. Llegue en el 88 y hemos empezado la inversión en el 98. Compramos un terreno en el 98, pero desde el 95 estábamos pensando en hacer un vino. Yo quería hacer un vino para demostrar que Argentina tenía el potencial que creía yo. Estábamos buscando un lugar para implantar no viñedo, porque no existía bía el viñedo perfecto que yo quería para hacer el vino que yo tenía en mi cabeza. Y nos tomó unos años encontrar el lugar.
Cuando encontramos el viñedo en Vistaflores, el dueño no nos quería vender 80 o 100 hectáreas, como era mi idea, sino que quería vender 850 hectáreas. No era mi idea al principio, porque estaba un poco grande. Pero mi amigo Jean-Michel Arcaute me dijo “mirá, vamos a buscar inversores”. Teníamos una muy buena relación con muchos productores de Burdeos, y empezamos a preguntar: “mirá, una inversión en Argentina”. Por supuesto hemos hecho un business plan demostrando que el proyecto era posible. Estaba Catherine Péré-Vergé, que le gusta la idea y tenía plata, y entonces nos ayudó mucho en la realización del proyecto. Ella aceptó construir la primera bodega.
Pero para responder a la pregunta. Casi todos los países tienen crisis. No es perfecto en ningún lugar, y en Francia tampoco. Y yo soy de un carácter más que todo optimista Y para decir la verdad, nunca pensé que Argentina podía estar en crisis permanentemente. Pero sí. El tema es que cuando llegue a Argentina era la hiperinflación, el cambio era loco, como ahora. Menem llegó y paró eso, bien o mal, pero paró todo eso. En 2000-2001, en plena inversión, otra crisis. Y ahora otra crisis. Pero bueno de una crisis se dice que sobrevives y puedes salir más fuerte, o puedes morir. Hasta ahora estamos vivos, estamos contentos, y estamos esperando un cambio porque necesitamos un cambio
Porque el país se complicó en los últimos 7 u 8 años. Se complicó mucho para el negocio con el exterior. Nos complicaron la cosas para importar y para exportar, es un poco demasiado complicado. Ahora llegó un nuevo presidente. Vamos a ver qué pasa.
-¿En algún momento te dijiste “me vuelvo a Francia”?
-Nunca, porque no es mi comportamiento. Soy optimista y cuando he decidido algo, no me voy a otro lugar. No, la vida es complicada. En Francia no es fácil tampoco. He hecho vino en 23 países alrededor del mundo. No podemos decir que hay lugares o países fáciles.
-¿Crees que lograste hacer ese vino que querías hacer en la Argentina?
Creo que sí. Es Clos de los 7. Hacemos un millón de botellas con un buen nivel de precio y calidad. ¿Qué podemos decir? Nada, es un éxito. Y lo mismo cuando hacemos Yacochuya o Cuvelier de los Andes, el alta gama de Monteviejo, La Violeta… Cuando estos vinos los comparamos con los grandes vinos del mundo, no hay que ponerse colorado. ¡Estamos perfecto! Y lo que falta todavía es un poco el envejecimiento del vino, porque no tenemos una historia tan larga.