Cepa blanca emblemática de Argentina, el Torrontés alcanza su máxima expresión en los Valles Calchaquíes. El microclima especial de Colomé, a 1700 sobre el nivel del mar, ofrece una gran amplitud térmica y exposición solar, lo que junto con el singular terruño permite lograr una expresión aromática única que lo distingue por su gran frescura y excelente acidez. En el Mes del Torrontés, hablamos con Thibaut Delmotte, enólogo de Colomé, para conocer un poco más sobre la evolución de esta cepa que crece en diversidad y calidad.
-¿Cómo cambió el Torrontés en los últimos años?
-Cambió lo mismo que cambió en general en los vinos blancos argentinos. Hay una búsqueda de más frescura y más elegancia, y al mismo tiempo de no tanta exuberancia, no tanto peso en la boca. Los torronteses de hoy son vinos más frescos, que combinan mejor con la comida y que son más fáciles de tomar.
Lograr esos vinos implica mucho trabajo en el viñedo Hay que reducir un poco los rendimientos, porque es una uva que produce mucho, pero buscando el buen equilibrio. Porque si uno reduce de más los rendimientos obtiene una mayor concentración. Y también se trata de ser mucho más preciso en el punto de cosecha, adelantándolo para buscar una mayor frescura en los vinos.
Todo esto lo veo con el Colomé Torrontés, que cuando empezamos a hacerlo muy delicado, floral y no exuberante, en un principio lo criticaron mucho. Pero ahora ya no lo critican, sino que se volvió como un clásico.
-Hoy hay además una mayor diversidad de estilos en Torrontés, ¿no?
-El camino que se está tomando con el Torrontés da lugar a otros estilos Ya sea una cosecha más temprano, con más verde o con algo de contacto en pieles… Se abrió todo un panorama nuevo de distintos estilos, cuando antes esta variedad estaba un poco encerrada en un solo estilo.
Esto es muy positivo para darle vida a una cepa con distintos tipos de vinos que se adaptan a lo que buscan los consumidores.
-¿Tiene potencial de exportación el Torrontés?
-La verdad es que hace años que venimos diciendo que es s el momento del Torrontés afuera, pero todavía cuesta. Se ha logrado posicionar como un producto de nicho. Pero una barrera para su masividad es que es un blanco aromático, y lo que me sucede muchas veces lo que me sucede cuando lo hago probar es que quienes no lo conocen lo huelen y creen que es un vino dulce. Pero no es vino dulce.
Ahí es donde hay que hacer un gran trabajo de terreno y comunicación para dar a conocer un poco más esta variedad. Un obstáculo adicional que encontramos en los mercados angloparlantes es que les cuesta pronunciar la palabra Torrontés.
-¿Crees que el Torrontés puede dar lugar a vinos de alta gama?
-Para mi ya estamos en ese nivel de calidad. El tema es hacer conocer la variedad. Porque sin duda la calidad de los Torrontés que estamos haciendo ahora compite con los mejores blancos. Sí hay que tomar en cuenta que compiten dentro de los vinos blancos aromáticos.
-¿Qué aporta el Torrontés como componente en un vino de corte?
-En un blend, el Torrontés aporta nariz, con aromas florales y especiados. Pero también puede ser el componente principal del blend. Voy a tomar el ejemplo que tenemos en Amalaya. Es un vino con mayoría de Torrontés al que se le agrega el toque de Riesling para bajar un poco lo aromático, levantar la acidez y hacer un vino no tan frutal. El corte logra una mayor complejidad, que surge de la combinación entre la frescura y los aromas a manzana verde del Riesling y todo el componente aromático del Torrontés.
Como anécdota, en el algún momento hice un corte tinto y blanco como hace en el Valle de Ródano con el Syrah y el Viognier, pero con Malbec y Torrontés. Y da un resultado increíble. Un Malbec súper floral, más especiado. En sínteiss, es verdad que lo típico del Torrontés es hacerlo como varietal, pero en un blend levanta la nariz y dar una nota muy atractiva.
-¿Cómo describís hoy al Colomé Torrontés?
-Fuimos uno de los primeros en buscar un Torrontés más delicado. Lo empezamos a producir en 2005, cuando todavía se lo hacía muy exhuberante, y más corto en boca. Empezamos a cambiar el estilo, cosechando más temprano, bajando los rendimientos, con una fermentación bien fría. Y ahí empezamos a ver un Torrontés que expresa más lo floral, no tanta fruta exótica, un poco cítrico y con un buen volumen en boca. Es delicado en nariz, pero de buen volumen. Sin madera, sin maloláctica, para expresar la fruta al máximo.
Pasamos de ser un rarito a ser un clásico. Hoy estoy muy orgulloso, porque hoy en degustaciones internacional cuando hablan de Torrontés suelen tomar al Colomé para contar la variedad.