Históricamente, el Malbec ha sido una de las variedades presentes en los cortes tintos de Burdeos, Francia. Comenzó a ser arrancado a partir de una importante helada sufrida en 1956, y actualmente solo quedan 900 hectáreas plantadas con esta variedad. Sin embargo, ahora el Malbec tendrá revancha: uno de los clásicos Château de Pessac-Léognan comenzará a plantarlo en el marco de su proyecto para hacerle frente al cambio climático.
“El objetivo es cosechar uvas de alta calidad de este terruño de grava que formará parte del blend de nuestro primer vino dentro de 15 o 20 años, teniendo en cuenta el cambio climático”, comentaron a la publicación británica The Drinks Business quienes llevan adelante el proyecto en Château Larrivet Haut-Brion.
¿Cuál es el desafío que enfrenta hoy Burdeos, y en particular este château? “Perdemos entre una y dos toneladas de suelo por hectárea cada año. Esta erosión masiva está muy ligada a la pérdida de vegetación en el medio ambiente y no hará más que acelerarse”, comentó Olivier Lamöte, experto en agricultura regenerativa de la consultora Biosphères. “Este proyecto de 12 hectáreas, único en Gironda, aborda los desafíos climáticos del mañana”, agregó.
La parcela de 12 hectáreas en cuestión representa alrededor del 17% de los viñedos de Château Larrivet Haut-Brion. El proyecto comenzó en 2021 con el desarraigo de las vides existentes comenzó en 2021 en esta parcela, para permitir plantar distintas plantas y árboles de aquí a marzo de 2024. Luego, la parcela tendrá un período de descanso antes de que se planten las primeras vides (Malbec incluido) en 2025.
“La idea es crear el viñedo del futuro, para preservar la identidad de los terruños y el estilo del primer vino de la propiedad“, explicaron desde el château, y agregaron: “la regulación del clima y las especies [son] centrales en el proceso de pensamiento”.
Uno de los aspectos centrales del proyecto se resume en el término “vitiforestería”. Consiste en la presencia de árboles dentro del viñedo, con el objetivo de mejorar la calidad del aire y la biodiversidad del suelo, y potenciar los efectos microclimáticos a través de la variación de la humedad, las corrientes de aire frío y la fluctuación de la temperatura. También permite almacenar carbono y promover la biomasa.
Entre las hileras de vides se plantará árboles de Paulownia elongata, una especie no nativa, pero que no es invasiva. Tiene además la virtud de ser uno de los árboles de más rápido crecimiento del mundo (alcanzando los 10 metros en cinco años), con hojas anchas que protegerán las vides de la sobreexposición en climas muy calurosos, sin proporcionar demasiada sombra. Además, absorben 10 veces más dióxido de carbono que el estándar de otros árboles y son muy resistentes a la sequía.
“Nuestro riesgo más importante al construir esta parcela del futuro es plantar árboles entre las hileras de vides”, dijo Charlotte Mignon, directora de desarrollo que se incorporó como Cellar Master en 2020. “Estamos sacrificando el 10% del potencial de producción de vino para cultivar árboles y flores para mantener nuestro compromiso de preservar este ecosistema”, agregó.
En cuanto a las vides que serán replantadas, la densidad será un 15% menor, pasando de 7700 plantas por hectáreas a 6500. Allí serán plantados ejemplares de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y no más del 5% de Malbec, proporcionando un “marco de largo plazo para mantener la tensión de los vinos y preservar su bello equilibrio a pesar del aumento de las temperaturas que ocurrirá con el tiempo”, concluyó el equipo enologico.